ARGENTINA

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DEFICIT HABITACIONAL

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hogares

POBREZA Y DESEMPLEO

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Multidimensional0%

Menores de 16 años0%

Desempleo0%

NUESTRAS ORGANIZACIONES
Movimiento de Ocupantes e Inquilinos

El Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI) es una organización social, política y territorial de la Argentina, que pelea desde fines de los ‘80, por la vivienda, el trabajo, el derecho a la ciudad y territorios democráticos. Para ello impulsa el cooperativismo autogestionario de propiedad colectiva y ayuda mutua en el campo integral del hábitat.

 

Como marca de origen, el MOI rescata y desarrolla la vinculación histórica de los sectores populares con la Universidad Pública. El regreso del exilio de muchxs compañerxs de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata traen consigo concepciones de lo urbano que denominaron “Arquitectura-Ciudad”, concepción elaborada por el arquitecto Marcos Winograd y desarrollada por sus discípulos (entre ellos, Néstor Jeifetz, José Barbagallo, Julio Ladizeski, entre otros), quienes en el marco del Taller Vertical de Diseño desde la FADU UBA estructuraron sus programas y ejercicios proyectuales en torno al fenómeno de ocupaciones de edificios: El Ex Padelai se constituyó en experiencia pionera de estas articulaciones entre docentes, estudiantes y ocupantes de edificios. A lo largo de los 90, varios edificios ocupados por familias de bajos ingresos que fueron regularizados dominialmente o concretaron operaciones de compras de nuevos inmuebles por su población organizada en forma de cooperativa.

 

Y, por otro lado, a partir de una invitación del Padre Pichi (militante emblemático del Movimiento Villero que acompañó la resistencia de la Villa 31 dando continuidad a la tarea del Padre Mujica) en septiembre de 1990, conocimos a la Federación Uruguaya de Cooperativas por Ayuda Mutua a razón del 20° aniversario de aquella organización. A partir de aquel encuentro, integrantes del naciente MOI comenzaron a apropiarse de la historia que venían produciendo experiencias cooperativas de origen sindical, de carácter autogestionarias y de propiedad colectiva, enmarcadas en la Ley Nacional de Vivienda del año 1968.

 

Esta etapa dejó como saldo los pilares del MOI: autogestión, ayuda mutua, propiedad colectiva, integralidad y derecho a la belleza. La necesidad de un balance de la metodología de trabajo, y la necesidad de un marco normativo que dé opciones a los procesos cooperativos autogestionarios. Con este bagaje, el MOI participó del proceso constituyente de Ciudad de Buenos Aires en 1996  y luego, en 1999, impulsó alianzas sociales amplias y consolidó una Mesa de Trabajo en la naciente Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esto dejó por saldo dos aspectos normativos claves para el desarrollo de la producción autogestionaria en la ciudad:

 

1) La incorporación del artículo 31 en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que reconoce el derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado, establece el derecho a radicación de poblaciones marginales, auspicia la incorporación de inmuebles ociosos y promueve los planes autogestionados.

 

2) La Ley 341/00. Impulsada por el MOI y con el acompañamiento de la Mutual de Desalojados de La Boca y compañeros de la Mesa de Delegados de la Ex AU3, se plantea trabajar conjuntamente con la Comisión de Vivienda de la Legislatura porteña y oportunamente con ámbitos del Ejecutivo, con el objeto de elaborar un proyecto de ley que diera marco a la instalación y desarrollo de políticas autogestionarias. A partir de este trabajo de base, hacia el año 2000 fue aprobada en la Legislatura la ley 341; la cual luego fue promulgada por el Ejecutivo y nace el Programa de Autogestión de la Vivienda.

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En el MOI, durante estos años, se comienza a materializar la producción autogestionaria mediante la compra de los primeros terrenos para cooperativas y la necesidad de comenzar a construir. En pleno escenario de crisis – años 2001 y 2002 – la organización compra a través de la operatoria de la Ley 341 2 inmuebles de anterior uso fabril. Los que previamente habían sido ámbitos de trabajo de la clase obrera destruidos por los procesos de neoliberalización de la economía, van a ser re-apropiados por los sectores populares que provenientes de tales procesos para luchar desde allí por el derecho a la ciudad y en ella, por el derecho a la vivienda. Con el objetivo de encarar procesos autogestionarios desde abordajes anclados en la integralidad, el movimiento comienza a gestar la cooperativa de trabajo (Casa Base CABA) y progresivamente comienza a consolidar el modelo USPA de producción autogestionaria MOI.

 

El MOI decidió no ser pasamano del dinero público, sino profundizar el modelo productivo autogestionario. En materia de educación, desde una concepción que recupera la educación popular, impulsa bachilleratos populares y jardines materno-paternales (que darán nacimiento al CEIA (Centro Educativo Integral Autogestionario) y la articulación con otras organizaciones para el dictado de cursos de formación en oficios de la construcción. En materia de salud mental se impulsa el programa de externaciones e inserción comunitaria de personas con padecimientos psíquicos internadas en neuropsiquitatricos.

 

En 2008 se constituyó como Federación de Cooperativas Autogestionarias MOI, desplegando su actuación en distintos puntos del país, donde ha promovido más de 23 experiencias (Ciudades de Santa Fe, Rosario, Ushuaia, San Martín de los Andes, Municipio de San Martín, Morón, Quilmes y Ciudad de Buenos Aires – en los barrios de Constitución, San Telmo, San Cristobal y Barracas).

 

Las cooperativas de vivienda, en su carácter de comunidad estable y permanente, que se asientan en los barrios donde se construyen los conjuntos, contribuyen como actor social a los procesos de integración comunitaria locales, con un potencial de actuación propositiva en relación con distintas temáticas sociales, culturales, educativas, etc, inherentes a la perspectiva autogestionaria y comunal, que apuntan a un enfoque de integralidad para sostener la vida cotidiana en respeto con el entorno y la Naturaleza.

 

Con el objetivo de nacionalizar y profundización los postulados de la Ley 341, junto a otras organizaciones sociales hermanas (la Organización Social y Política Los Pibes, la FTV -Federación de Tierra y Vivienda-, el MTL -Movimiento Territorial Liberación-, el Frente Popular Darío Santillán y expresiones cooperativas surgidas en propio el tránsito de la Ley 341, en particular, la Federación Todos Juntos), conformamos el Colectivo de Hábitat Popular. Estas articulaciones generaron el 2016 una primera presentación del proyecto de ley nacional elaborada en un proceso de trabajo en interacción de las organizaciones populares con equipos legislativos. En mayo de 2022 presentamos por tercera vez el proyecto de ley, ya con Colectivo de Hábitat consolidado.

 

El MOI es una organización de la Central de Trabajadores Argentinos -CTAA-, entendiendo la importancia de unificar las reivindicaciones sectoriales de las organizaciones populares en un proyecto de organización política, social y cultural integral, con base en los trabajadores como protagonistas de la realidad. También, es cofundador de la SELVIHP – Secretaría Latinoamericana de la Vivienda y el Hábitat Popular. Y por último, desde 1996, somos parte de Coalición Internacional para el Hábitat, una red internacional conformada por más de 350 organizaciones sociales, ONGs y ámbitos académicos que trabajan en el campo del hábitat y la vivienda en todo el mundo.

Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat

La Federación Nacional de Trabajadores por la Tierra, la Vivienda y el Hábitat (FTV) es una organización social y política que se caracteriza por ser un movimiento de origen territorial con presencia en 18 provincias del país y en más de 500 municipios. La FTV es uno de los movimientos más importantes del país debido a su capacidad de movilización, cantidad de afiliados y fortaleza en la incidencia política a la hora de fijar el desarrollo de políticas de tierra, vivienda y desarrollo social.

 

Es una organización nacida hace más de 114 años al calor de las luchas reivindicativas del territorio, focalizada fundamentalmente en la problemática del acceso a la tierra, los servicios básicos, la vivienda digna y el hábitat. En definitiva, sus militantes fuimos trabajando por la conquista de los derechos sociales y el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores pobres de la ciudad y del campo. En la década de 1990, la aplicación del modelo neoliberal implementado por los gobiernos entreguistas y cipayos de Carlos Saúl Menem y de Fernando De la Rua, (que siguieron obedientemente la recetas de ajuste del Fondo Monetario internacional, del Tesoro Nacional y el Departamento de Estado de EE.UU.) fue haciendo estragos en la industria nacional, lo que significo la pérdida de tres millones de puestos de trabajo desde el año 1991 hasta el 2001. Esto desembocó en una fenomenal crisis política, económica, social y cultural sin precedente en la Argentina. La crisis de representación política en el desarme y desarticulación de los partidos políticos como expresión de las necesidades de los trabajadores y el pueblo en su conjunto; el abandono del proyecto nacional y popular de la dirigencia política, empresaria y del sindicalismo tradicional, que se entregaron de lleno a los negocios del desguase del Estado por medio de las privatizaciones, y la implementación de la economía de mercado sin ningún tipo de contención social provocaron las condiciones para el surgimiento de las organizaciones de los trabajadores en nuevos movimientos sindicales y sociales, como la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) en el año 1991, y de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) en el año 1998.

 

La FTV se creó, en el marco de la CTA, como cauce de resistencia a través del debate y la movilización popular en torno de la defensa de los derechos sociales en general y de la problemática de la tierra, la vivienda y el hábitat en lo particular, en el seno de diferentes organizaciones. Se fue gestando en todo el país y luego converge en la convocatoria realizada para coordinar y articular las luchas en las diferentes regiones del país.

 

Esta organización territorial se construyó como una síntesis de diferentes experiencias desarrolladas en forma autónoma y paralelas desde el año 1980: la de los pobladores del conurbano Bonaerense, fundamentalmente de la Matanza, la de las primeras tomas de tierras en Quilmes, en el año 1980; las experiencias de la lucha de los movimientos campesinos de Misiones, Formosa, Chaco y Santiago de Estero; la experiencia del movimiento cooperativo desarrollado en la provincia de Mendoza, y la experiencia de las Organizaciones de Base de Córdoba, y la lucha por la tenencia de la tierra de los pueblos originarios.

 

La FTV tomó fuerza y visibilidad pública en el período 2000–2001, a través de las protestas sociales que realizaron en todo el país los sectores de desocupados y marginados del modelo neoliberal. Por aquel entonces se definió que era en los barrios donde había que asumir la lucha por el empleo y los alimentos, porque allí la situación era alarmante. El epicentro de las protestas fue la Matanza, Provincia de Buenos Aires, área de fábricas e industrias, donde más se sintió más el impacto social debido al cierre de miles de fuentes laborales. Miles de trabajadores quedaron en la calle y se empezaron a organizar en el territorio, usando la experiencia ganada en los sindicatos, para reclamar trabajo y comida. El método de lucha fue el corte de calles, el piquete, y la permanencia en las rutas, que dio lugar a lo que el poder, a través de los medios de comunicación, denominó el movimiento piquetero.

 

Estas luchas, que tuvieron como epicentro la Matanza, y que luego se expandieron por todo el país, fueron el punto de partida para lograr salir de la pasividad y lograr la visibilidad pública. Por medio de ellas, se logró arrancarles reivindicaciones muy sentidas al gobierno nacional y al de la Provincia de Buenos Aires en el año 2000. Eso significó una señal fuerte de que se podía luchar y vencer al gobierno liberal de la Alianza del Frente Grande y la Unión Cívica Radical, y de era posible derrotar el modelo neoliberal implementado por el ministro de economía Domingo Cavallo y el presidente Fernando de la Rúa. El incremento de las luchas y la ausencia de medidas políticas que revirtieran la situación en la que estaba inmerso el país desembocaron en la mayor crisis económica que se tenga memoria. Las luchas y las protestas de los sectores más pobres y excluidos, y de las clases medias afectadas por las medidas del ajuste perpetuo se sucedieron en forma vertiginosa en todo el país; luego se produjo la caída del gobierno nacional entre los días 19 y 20 de diciembre de 2001, con el enorme costo de 33 muertos durante la rebelión popular desarrollada en Capital Federal, provincia de Buenos Aires y tres grandes ciudades del país.

 

Los movimientos sociales, como la FTV, tuvieron un protagonismo relevante en todo este proceso político y social. El principal dirigente de la FTV, Luis D’Elía, cobró una notoriedad pública muy importante y lo colocó como el dirigente social más conocido en todo el país. Y la organización pasó a ser una organización con un desarrollo muy importante en todo el territorio nacional por su actividad y por el logro de reivindicaciones, como un subsidio para dos millones de desocupados y la distribución directa de alimentos para los comedores comunitarios.

 

La FTV está conformada por compañeros y compañeras con vasta experiencia en el desarrollo de políticas sociales, como comedores comunitarios, guarderías infantiles (por ejemplo, en la Matanza se desarrolló la Coordinadora de Guarderías Infantiles), microemprendimientos productivos, abordaje de género, de niñez y adolescencia, con un trabajo importante en el área de juventud y cultura popular; y fundamentalmente en el desarrollo de cooperativas de trabajo y vivienda que desarrollaron la construcción de viviendas.

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