La Autogestión implica el desarrollo de relaciones sociales solidarias, la organización del trabajo sin explotación y sin ganancia, para la producción del hábitat como bien de uso. Conlleva la lucha para que los recursos del Estado sean dirigidos a la materialización de los derechos humanos básicos y no al servicio del capital. Por ello genera trabajo genuino, dignamente remunerado, antagónico a la lógica asistencial y clientelar. El ejercicio de su práctica, implica la construcción de nuevo sujeto, rompiendo con la lógica individualista y la subordinación de todos los aspectos de la vida cotidiana a la lógica de la ganancia.
Por ello implica la discusión y la toma de decisión respecto al destino que se le dan a los fondos públicos y el ejercicio de la responsabilidad que significa organizarse, planificando y ejecutando las obras y determinando la manera más efectiva de utilizar los recursos y ejercer plenos derechos, sociales, políticos y culturales.
De este modo, la producción autogestionaria del hábitat pone en marcha procesos colectivos y organizados por sus productores/destinatarios directos, en función de sus necesidades individuales, familiares y comunitarias. interactuando contradictoriamente con la institucionalidad vigente, mercantil y estatal capitalista, impulsando en el territorio procesos de reapropiación/producción de comunes urbanos: conjuntos de hábitat viviendas y equipamientos administrados y habitados en comunidad.
La Ayuda Mutua es un aporte concreto en mano de obra que los cooperativistas y su grupo familiar hacen al proceso de obra. Forma parte de los planes de obra y cumple propósitos fundamentales: Reduce significativamente el costo de la obra aportando el valor de la mano de obra no calificada como piso Se constituye en un campo de calificaciones en oficios de la construcción. Consolida los grupos cooperativos a partir de la relación que se genera trabajando todos en la misma dirección y en pos de un objetivo común mediante el ejercicio concreto de la solidaridad y los valores de la cooperación. Permite el conocimiento directo en el campo de lo que se construye, preparando y facilitando su posterior mantenimiento. De este modo es expresión de una lógica participativa contrapuesta a la delegativa y asistencial del capital, recuperando las tradiciones originarias.
La organización cooperativa es una práctica colectiva y solidaria que deconstruye nuestro propio sentido común individualista y privatista, preexistente en nuestra historia personal, a partir de reconocernos, nuevamente,en la lógica y el contenido, también propios de nuestros “haceres” y luchas, construidos en forma colectiva..Se apoya en tradiciones históricas ancestrales de nuestros pueblos originarios y de la clase trabajadora mundial.La propiedad colectiva, como institución social, persigue generar seguridad de tenencia para los sectores populares. Sirve para construir barreras de resistencia al mercado capitalista, para regular y sostener el precio de las transacciones cooperativas alrededor del costo de producción sosteniendo el acceso al habitat autogestionario del mismo sector social que peleó y ganó colectivamente cada conjunto, cada pedazo de ciudad. Y también para sostener y construir la conciencia y la organización colectivas en las futuras generaciones.Así la propiedad colectiva, orienta la inversión pública (los recursos de todos) para garantizar la accesibilidad y permanencia de los trabajadores de bajos ingresos en las localizaciones urbanas donde están radicados, en lugar de financiar la cultura de la dádiva, la tolerancia hacia los comportamientos especulativos personales del “salvese quien pueda” o “después de mi, el diluvio”.
La propiedad colectiva combate la especulación tanto como acción económica como, por sobre todo, en el plano de la “cultura”, de la “cabeza” que tenemos formateada por la TV y el sistema.
¿Limita? SI, pone límites a la especulación personal. Impide apropiarse individualmente de la ganancia extraordinaria (plusvalía urbana) que, en cada conjunto se ha generado en forma colectiva y apoyada en la concurrencia de la inversión pública resultante de la lucha de muchas familias que sostienen nuestros logros personales sobre sus hombros anónimos en el cauce de la historia.
Pero no sólo de economía de recursos se trata, sino- sobre todo- de construir ,junto con las viviendas, una cultura alternativa a la cultura del lucro ,donde los valores de USO están por encima de los valores de cambio. Por ello reivindicamos la propiedad colectiva como forma de apropiación de los bienes comunes urbanos socialmente construídos.
Propia de la lógica del hábitat que da cuenta de las multiples dimensiones y necesidades articuladas de las personas y antagónica a la lógica techista, fragmentaria y empobrecedora de la experiencia humana.